Compartimos con ustedes, el discurso del Director del Diario El Mercurio, con motivo de la premiación de Verónica Abud como Emprendedora Social 2009.
Hoy estamos particularmente orgullosos, todos, de que este cuarto Concurso de Emprendedor Social permita dar la mayor relevancia y penetración pública que merece la Fundación Educacional y Cultural La Fuente, y su genial fundadora e inspiradora, Verónica Abud, vencedora en este certamen.
He calificado a Verónica de genial, creo, con reflexión y fundamento. La RAE nos dice, en efecto, que genial es «sobresaliente, extremado, uqe revela su genio creador»; algo-reitera-«magnífico, estupendo.
En verdad, parece magnífico, estupendo, y en extremo sobresaliente, que una gestión de personas privadas se haya propuesto remediar el peor déficit cultural chileno, la pérdida extendida del hábito lectura, y su cuasi destierro práctico no sólo de la cotidianeidad del hogar ( donde muchas veces estuvo), sino del propio sistema escolar.
¡ Y vaya que lo han logrado Verónica y la Fundación La Fuente en apenas siete u ocho años!
Un millón de usuarios, especialmente niños de pre-kinder a cuarto básico; una extensión geográfica casi total-desde Antofagasta hasta Aysén, con enorme presencia en la Región Metropolitana-; un presipuesto de casi ocho millones de dólares, un centenar de agentes y colaboradores contratados a tiempo completo, y un 100% de autofinanciamiento a través de proyectos que recogen el entusiasmo y la particpación activa de centenares de empresarios, profesores, bibliotecarios y voluntarios en todo el país.
Pero, aun así, con la admiración que susctitan estos datos duros, todavía podría tratarse de una iniciativa loable, pero que arara un poco en el océano de una cultura popular chilena coja y desarraigada de hábitos familiares.
Y es aquí, justamente, donde interviene el «genio creador», al que antes aludí. Esa mezcla de voluntad, imaginación, creatividad aterrizada ala idiosincracia chilena, y una enorme mística indispensable para el objetivo de formas los «lectores del mañana».
Porque la diferencia que hoy galadornamos está en los instrumentos, en las concepciones innovadoras, amigables, comprometidas con el usuario, atrapantes de sus sentidos: todo lo que llega a ser entretenido y aún fascinante, nunca una obligación de lectura.
¿Cómo han obtenido estos logros? Lo sabemos.
– Se trata de la materialización notable de las primeras bibliotecas públicas en el interior de centros comerciales. Las » Bibliotecas Vivas» de Verónica y la Fundación La Fuente.
– Se trata de rodear al libro y la lectura de otras múltiples actividades recreativas-de auténtico «gozo» como dicen en la Fundación-, o sea, teatro, pintura, cine, cocina, viajes, lo que sea placentero y motivador. Lo suficientepara dar motivo a regresar siempre al ámbito donde estará esperando un libro amigable, sugestivo e interesante.
– Se trata de cambiar aquella imagen de las películas antiguas del bibliotecario-funcionario muy encaramado arriba del pupitre, por algo muy diferente: un promotor de la lectura, un cuentacuentos, un artífice que recolecta entusismos y no fichas ni estadísticas de lectura.
– Se trata, finalmente, de acertar otro pleno de ruleta, como ha sido la introducción del concepto «bibliomóvil» e incluso «Bibliomaleta», tal cual existe, por ejemplo, en la Escuela Intrahospitalaria del Hospital Sótero del Río. Esa biblioteca-estante que toma ruedas y velocidad, y camina raudamente hasta encontrar su destinatario final. ¿ Quién se puede resistir, así, a un préstamo de libros atractivo?
Este tipo de innovación es de efecto más profundo que los procedimientos o sistemas. Es algo contiagioso del espíritu. Yo lo he visto en un pueblo pequeño del sur, igual que tantos otros, que vegeta, que latea a su juventud, que hace la pereza en sus hombres, y que apenas tiene el taca-taca o el flipper de violencia japonesa.
Aquí y allá, en esos ámbitos profundamente lastimados por la pobreza ( no sólo material) y la precariedad, hay un centro pequeño ahora luminosamente vivo: la biblioteca. Abierta, agradable, con muebles de otra funcionalidad, con personal comprometido, con programas flexibles y dinamicos.
O sea, sencillamente, bibliotecas que funcionan: no pequeños museos del libro distante.
Por algo de lo dicho, y muchísimo que no tengo posibilidad de tiempo extenderme aquí, resolver como jurado de este concurso fue un gran lío. Personalmente, yo conocía la labor impresionante que Verónica Abud había cumplido como gerente de la Fundación Barnechea en los años ochenta y noventa. Así tenía conciencia de que era un motor, un vedaval benéfico y entusiasmante.
Sin embargo, de verdad, fue impresionante conocer en detalle lo que había logrado en la acepción más precisa del emprendimiento social. Y así resultó también notable como señal en favor de la cultura, la forma como el jurado la fue prefiriendo-porque había que seleccionar un ganador- entre otros cinco proyectos finalistas de emprendimiento social de mérito igualmente relevante algunos de ellos.
Esto es lo que se acaba de reconocer en Brasil, gracias a este conccurs. Quién acudiera este año al Foro Económico Mundial de la región, con los demás emprendedores sociales del continente, fue elegida la Emprendedora Social del Año, en Latinoamérica.
Este nuevo galardón, celebrado por Verónica, entre abrazos de los presidentes de Brasil y Colombia, constituye un gran respaldo a nuestro concurso.
Felicitaciones, Verónica.